Más Carroña para los Buitres

La gota de lluvia que habrá de estrellarse y reventar para formar parte del todo, la nada agoniza.

La lágrima que va abriendo un surco de dolor por tu mejilla hasta introducirse entre tus labios y erosionar tus dientes, dagas afiladas, prestas a inyectar su veneno, tósigo desamparado, antigua fórmula de destrucción, formidable recreación de lo humano.

¿Qué hay más allá? ¿El juego? Radiante emblema del engaño, éste también agoniza, envejece, se llena de tristes otoños, canas y arrugas de secular sublevación, agoniza la semilla, marchito es el fruto que degusta el infante, anciano perpetuo que nace, crece, reza y no muere, permanece aferrado a la tierra del engaño, suelo infértil donde ahora vomitan los gusanos.

Agoniza el tambor de hojalata, los fusiles de humo, los bordones de piedra.

Un ebrio agoniza y lanza etílicos besos a las cortesanas demócratas, conjuros de muerte, resaca infinita.

El fantasma agoniza, se alimenta de lúgubres cánticos, no hay sirena, ruiseñor o soprano, sólo fieles retratos en el bazar del suicida, canta el piano, el violín lo acribilla, le desgarra la cola en el nombre del manco, despiadada es la orquesta, cámara de gas, tenores leporinos, videntes invidentes, músicos sordos ante el estallido de la peste, ante el trueno de la hambruna, testigos perpetuos de la composición genocida.

Agoniza la escarcha, el rey sol le aniquila.

Agoniza la especie que para juzgar al tiempo petrifica, el ayer siempre encuentra un pasado.

El artista ambulante agoniza entre sueños, deambulante circense de las suertes perdidas, oníricas demoliciones, onirógeno nómada, hijo putativo de la real academia de la orfandad.

Hoy no hay influencia de los filósofos, de la ciencia, del cirujano plástico, de los profesores, de los gurús, de los eruditos, de los intelectuales, de los maquiavélicos, de los empresarios, del músico de moda, de la tía de Jaime Sabines (la tía Chofi), de Jesucristo, de los políticos, de la paciencia de Gandhi, de los cuentos budistas, de las profecías de Nostradamus, de youtube, de Marx y la coca cola, de los cineastas, de televisa, del Dante, de la Cuba libre, de la crisis, de la influenza porcina.

Hoy señoras y señores, niños y niñas, monjas y homosexuales, la compañía tiene el honor de presentarles un milagro, la única marioneta que es capaz de moverse sin la necesidad de hilos ni con otro tipo de ayuda, prepárense a conocer la eterna adquisición del “Teatromundo”, con ustedes…

Un día más.

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Vagando: Ricardo Durán Barney